Editorial de Nuestra Propuesta 28/04/11
Cercano ya el 1º de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, es oportuno reflexionar acerca de los modos de la explotación de la clase en la actualidad.
El capitalismo en medio de su irremediable crisis, aunque no precisamente su fin, perpetúa el atraso y la explotación de los trabajadores. Esta es la realidad que nos impone dar un nuevo paso en la lucha política, cultural, social, económica e ideológica, que sólo se alcanzará con el protagonismo atento, organizado y anticipatorio de los trabajadores y los sectores populares.
Como muy bien desentraña la contratapa de este número de NP, la grave crisis en los Estados Unidos pone al descubierto al capitalismo en su propósito, que no repara en desatar guerras ni en mostrar su lado oscuro con las catástrofes naturales que provoca.
Ante esto se legitima la acción política como definitoria para los cambios en la situación de los trabajadores. Y en ese marco es que puede analizarse el panorama político en tiempos electorales en nuestro país.
Para las derechas, lo más significativo es que no logran articularse y deben soportar la presión de los empresarios trasnacionales y de los medios concentrados del sistema tanto nacionales como del imperio, que les reprochan su ineficacia cuando se trata de presentar una candidatura. El problema es que la derecha tiene que representar a un modelo engañoso y erróneo, que defienden desde los 70 y cuyo fracaso ha sido patente en la Argentina.
El gobierno, en tanto, sigue apreciando la posibilidad de un equilibrio entre los intereses de la producción concentrada industrial y agropecuaria y una políticadistributiva con aciertos reconocibles y valiosos y al mismo tiempo con marcadas limitaciones en beneficio de las señaladas desigualdades sociales vigentes, lo que quiérase o no lo coloca bajo la hegemonía político ideológica de la burguesía.
En lo que hace a sectores autocalificados como progresistas, priman los intereses inmediatos de plantarse en el medio de los partidos tradicionales, para lo que no vacilan en encontrar viables acuerdos con impresentables de toda laya con el sólo objeto de logros electorales.
Varios de estos “progresistas” tienen arrebatos cesaristas -quien conduce soy yo- u oportunistas, y casi todos provienen de una práctica política de seguimiento acrítico de la primera etapa de gobierno de Néstor Kirchner, que abandonaron al momento de un posible fracaso.
Por eso, es necesario lograr pensar, discutir y diseñar una etapa posneoliberal, un proyecto político que vaya por los caminos de una auténtica propuesta de izquierda avanzada.
Los comunistas batallamos para que las expresiones de unidad popular sean superadoras del neoliberalismo, para nosotros en un sentido socialista, y para esto es que enarbolamos la propuesta presentada en el Hotel Castelar de Buenos Aires, que dice de un programa de cambios apto para una amplitud de coincidencias en bien de los trabajadores y el pueblo.
POR HAMBRE CERO, DESOCUPACION CERO.
POR LA CONSTRUCCION DE PODER Y PROTAGONISMO POPULAR.
POR LA LIBERACION SOCIAL Y NACIONAL.
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