La mano dura (editorial de Nuestra Propuesta del 19/11/09)

Un pequeño Mussolini, legislador mendocino, no ha tenido mejor idea que presentar un proyecto legislativo que propone que la circulación de los menores de 17 años no puede sobrepasar las 20.30, sin permiso escrito de los padres. En el caso de que trabaje o estudie, también deberá portar la debida justificación. Algún otro desorbitado pidió matar como ratas a los jóvenes delincuentes menores de edad. Susana Giménez reclamó meter bala.

Y le hacen caso, la Policía Federal el sábado a la noche reprimió violentamente a los miles de jóvenes que acudieron a un recital de rock en el club Vélez de Buenos Aires y que teniendo sus costosas localidades, no pudieron ingresar. Previamente, el operativo de ingreso no estuvo organizado. Agua con colorante y balas de goma a discreción sorprendieron a los asistentes, hubo detenidos y heridos y un joven de 17 años, arrojado en un predio lindero al club no tiene expectativa de salvar su vida. ¿Por qué?
Se multiplican las propuestas de mano dura y poder para la estructura policial, tal como lo propone el gobernador Scioli en la provincia de Buenos Aires, pidiendo mayor poder de fuego y que la policía gane las calles con los procedimientos masivos, las detenciones por ser jóvenes y en consecuencia sospechosos.
El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hace profesión de fe de una policía propia que le garantizaría la seguridad tan prometida, que antes de existir ya se fagocitó dos jefes policiales con prontuario, y ejecuta una persecución modelo ku kux klan por medio de una unidad especial de desalojos y represión a ocupantes pobres y mendigos.
Las experiencias modelo Blumberg y sus reformas al Código Penal y otras de tono mediático y reaccionario suman conmoción, desasosiego y miedo en un contexto en que las derechas buscan lograr la representación política de los poderosos. El caso de la violenta represión policial en los alrededores de Vélez adquiere un sospechoso aire a Puente Pueyrredón, a crisis y a efecto desestabilizador.
Y al tiempo que repudiamos la represión brutal y el gatillo fácil tenemos que persistir en la exigencia perentoria de la democratización de la sociedad. La persecución a los jóvenes como los sospechosos de siempre, el retaceo a su libertad -el bien más sagrado para su formación- es la punta del iceberg de ese modelo injusto que se pone de manifiesto en la falta de oportunidades educativas, en la falta de trabajo, en el empleo basura, en el sistema de subsidios que tratan de emparchar la gravedad de los problemas sociales.
La injusta distribución de la riqueza está en la base de una sociedad capitalista degradada que pide a gritos constituir un acuerdo sólido de que hay alternativa al actual orden de cosas para lo que es necesario darle una expresión política, cultural y organizativa.


¡ A LUCHAR COMPAÑEROS!